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Desde que los seres vivos desarrollan su proceso de gestación, se encuentran inmersos en un mundo continuo de exploración y aprendizaje, sin olvidar que día a día junto a estos procesos se encuentra la evaluación, precisamente de esos conocimientos cognitivos y prácticos que se han adquirido.

    Pero, ¿qué es el aprendizaje?  El aprendizaje se define como el resultado de una actividad constructiva, es una forma de interactuar con el mundo. Y es allí donde los docentes jugamos un papel fundamental, en un elemento que aporta a la transformación del sentido del aprendizaje, al camino de un cambio conceptual que tiene lugar cuando los estudiantes y profesores tienen claro hacia dónde quieren llegar, los estudiantes sienten la necesidad de llegar a la meta, se sienten con libertad de centrarse en la tarea y existe diálogo y colaboración entre los agentes del aprendizaje.

 

En los procesos históricos del ser humano, siempre ha habido espacios de encuentro, reflexión, interacción, recreación y aprendizaje; estos espacios exhiben y exhibirán una característica específica, construcción y adquisición de conocimientos experienciales, que llevan al ser humano a trascender lo vivido, en una realidad de aprendizaje colaborativo, sistémico y real. Estos espacios en la actualidad tienen un nombre: el aula; entendida no solo como el salón de clase, sino también como todos aquellos espacios, donde el maestro comparte con sus estudiantes; un espacio transformador, entendido como un lugar de investigación, creación, producción y un compartir significativo de conocimientos y actitudes en pos del desarrollo humano.

3. Producto Final

Praxis Pedagógica.

Reflexión

Pero alrededor del aprendizaje aparecen muchos interrogantes entre ellos, ¿el cómo poder construir un camino eficiente para lograrlo? ¿Qué estrategia o metodología será la más adecuada?  Así mismo, aparecen un sin número de pensamientos para dar respuesta a estas preguntas y una de ellas es el diseño de la enseñanza alineada, en donde los objetivos, la enseñanza y la evaluación están organizados, utilizando los verbos de los objetivos como señales para el alineamiento. (Bigss, 2005).

     Este marco de la enseñanza, ha sido fundamental para generar una reflexión personal hacia el desarrollo de las prácticas de aula que realizamos a diario. Muchas veces en nuestro afán por cumplir un compromiso curricular, una temática establecida, no somos conscientes ni cuidadosos de tener presente dicha alineación, aunque tengamos elaborada y planeada una clase.

Aunque creamos tener claro que es lo que pretendemos que los estudiantes aprendan, las actividades de aula apuntan hacia otro aspecto y por consiguiente la evaluación no es coherente con el proceso enseñanza- aprendizaje. Después de comprender la importancia de dicho proceso, siento que he sido más cuidadosa y coherente con lo que quiero alcanzar y lo que quiero que mis estudiantes alcancen. Pero, también debemos ser sensatos y coherentes que no todas las prácticas de aula se desarrollan como se han planeado, ni tampoco que el proceso de evaluación es fácil. Álvarez Méndez (1996) citado por  Alicia R. W. de Camilloni, Susana Celman, Edith Litwin y M. del Carmen Palou de Maté. (1998) menciona:

“La evaluación no es ni puede ser un apéndice de la enseñanza ni del aprendizaje; es parte de la enseñanza y del aprendizaje. En la medida en que un sujeto aprende, simultáneamente evalúa, discrimina, valora, critica, opina, razona, fundamenta, decide, enjuicia, opta… entre lo que considera que tiene un valor en sí y aquello que carece de él. Esta actitud evaluadora, que se aprende, es parte del proceso educativo que, como tal, es continuamente formativo.”

     Y es verdad, desafortunadamente en algunas ocasiones caemos en el error de convertir a la evaluación en un apéndice, en una estructura fija, sin función aparente, olvidando su verdadera importancia. Es aquí donde los docentes y a manera personal, debemos empezar a dar un giro positivo, evaluar no es fácil, crear evaluación no es fácil y en algunas ocasiones podemos caer en una rutina o simplemente que no haya coherencia entre lo enseñado y lo evaluado. . 

 Según González (2001):

        La respuesta a qué se evalúa depende de los fines de la evaluación; de la concepción de enseñanza y de aprendizaje; de los objetivos y contenidos de enseñanza; de las condiciones en que se realiza el proceso, que incluye la factibilidad y la facilidad para la selección de los instrumentos y procedimientos de captación y valoración de la información sobre el aprendizaje de los estudiantes. Estas últimas razones han dado lugar a la reiterada crítica de que se evalúa aquello que es más fácil de evaluar y, quizás ellas expliquen el apego a formas de evaluación que solo demandan niveles reproductivos del conocimiento aun cuando los objetivos de enseñanza planteen mayores exigencias cognitivas.

Todo esto nos lleva a una reflexión con acción, es decir, no quedarnos solamente en la evaluación como una estructura con la que se debe cumplir, sino llevarla a nuestras prácticas de aula para cumplir su objetivo, su misión y es el ser un pilar formativo y no juzgador donde simplemente sabes o no sabes.

Lista de referencias

 

  • Biggs, J. (2005). Construir el aprendizaje alineando la enseñanza: alineamiento constructivo Calidad del aprendizaje universitario. Madrid: Narcea, 29-53.

  • Camilloni, A., Celman, S., Litwin, E. & Palou de Maté. (1998). La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21412001000100010

  • González, M.(2001). La evaluación del aprendizaje: tendencias y reflexión crítica. Revista Cubana de Educación Superior. v.15 n.1

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